Repasando….¿qué es el AT?
La definición o idea sobre "qué es un acompañante terapéutico o qué debería ser, o no ser; ha ido transformándose a través del tiempo se ha ido redefiniendo.
No debería construirse ni pensarse fuera de los contextos y territorios en los cuales nos insertamos ni alejado del avance de los marcos teóricos, investigaciones y la riqueza de las prácticas.
La amplitud de las intervenciones y los nuevos escenarios para el acompañamiento fueron redefiniendo nuestro rol y las funciones específicas en cada caso.
(N. Reñones)
El acompañante terapéutico (at) es un agente de salud, que forma parte de equipos interdisciplinarios, participando en la elaboración de las estrategias de tratamiento y su función es brindar contención y atención en forma personalizada al paciente y a su familia, para que pueda lograr su recuperación, el mejoramiento de su calidad de vida y su reinserción social.
Es un dispositivo, que ha tenido un gran desarrollo en los últimos años, especialmente en la búsqueda de recursos clínicos alternativos. En sus inicios fue un rol para pacientes que muchas veces desbordaban los límites del consultorio o el ámbito institucional, aunque actualmente se indica para diversas problemáticas y no solamente pacientes con patologías graves. El acompañamiento terapéutico (AT) se vislumbra así como una propuesta de tratamiento alternativo que permite otras modalidades de atención, contemplando la necesidad de una presencia en la cotidianeidad de la vida de un sujeto o en períodos de crisis.
¿Cómo trabaja?
“El AT (….) permite diseñar una estrategia adecuada a la singularidad de cada paciente (….) para ello el acompañante terapéutico se inserta en la vida cotidiana del paciente, donde este se encuentra compartiendo con él “su mundo”, su cotidianeidad. Trabaja siempre inserto en un equipo terapéutico colaborando, siguiendo y expandiendo la estrategia del terapeuta.” (Dragotto; Frank. 2012. p.22).
Para ello realiza un pasaje permanente desde la teoría a la práctica, es decir desde lo que teóricamente convendría hacer con un paciente a lo que resulta factible dadas las características personales y el medio en que está inmerso. Por esto, los conocimientos teóricos y técnicos que el acompañante posee podrán servir como una base a partir de la cual crear, imaginar, inventar o promover los recursos adecuados para acompañar a diversos pacientes.
Lo cotidiano, lo vincular y el trabajo en equipo son elementos definitorios de este campo (Dragotto; Frank. 2012). De esta manera es que el acompañamiento terapéutico acontece en la cotidianeidad del paciente, en los caminos que este transita, cualquiera sean estos (Casa, parques, escuelas, etc.). Lo vincular, en tanto y en cuanto es solo en el vínculo, y a través del vínculo, que las intervenciones podrán ser efectivas, y esto hace a su especificidad. El AT se inscribe en el marco de un equipo, y desde allí es habilitado para ampliar y multiplicar las miradas, las escuchas y las situaciones en las que el tratamiento está presente para el paciente.
cuento el paraguas 3
Imagen: Cuento “El Paraguas”. Autor: Jae Soo Liu, Dong Il Sheen. Editorial: Pastel de Luna
¿Para quién solicitarlo?
El acompañamiento terapéutico puede insertarse en diferentes etapas evolutivas, niñez, adolescencia, adultez y senectud, como también en diversos ámbitos del sujeto. Puede aplicarse en personas con trastornos psicológicos (como: depresión, ataques de pánico, trastornos psicóticos, etc.), con problemas neurológicos (parálisis cerebrales, discapacidades en general), con padecimientos compulsivos (bulimia, anorexia, adicciones, violencia, tendencia suicida) y en todas las enfermedades crónicas. Este no intenta ser un listado exhaustivo ni tampoco definitorio del campo del AT, simplemente intenta dar cuenta de algunas de las problemáticas de las cuales los acompañantes terapéuticos abordan en su profesión.
¿Cuándo es el momento de un AT?
Existen dos momentos de inserción del acompañamiento terapéutico, siendo posible en la evaluación diagnóstica y/o en tratamiento terapéutico. El ingreso del AT en el momento diagnóstico; es pensado desde la necesidad de un equipo tratante para poder recabar mayor cantidad de información sobre el paciente y su medio, de modo tal que estos datos permitan una evaluación lo suficientemente exhaustiva en diversos aspectos y situaciones que puedan estar siendo efectores de síntomas. Su ingreso en este momento también posibilita registrar “la forma de estar” del sujeto en diferentes escenarios, reacciones, gustos, motivaciones (Kuras y Resnizky, 2013). Por ende la entrada en esta etapa va a ser acotada, con objetivos claros, definidos por el equipo, en busca de cierta información, que permita no solo realizar una evaluación diagnóstica, sino también planificar el tratamiento posible.
Mientras que la otra modalidad de inserción es en la parte terapéutica propiamente dicha. “La inclusión del a.t siempre tiene un “para qué”, (….) el cual no se trata del sentido o la ética del bien común, sino de una estrategia terapéutica basada en la evaluación y comprensión que el equipo terapéutico tiene de la problemática del paciente y de sus síntomas de acuerdo al marco teórico de referencia” (Dragotto y Frank, 2012 p. 23, 24). En relación a esta estrategia, se va definiendo la función del acompañante (no a priori), delineando en relación a las particularidades de cada caso. Esto último es un factor muy importante a considerar, ya que la práctica cotidiana de un AT debe atenerse a las singularidades, necesita articularse caso por caso, el uno por uno dependiendo de la situación particular que el paciente atraviesa.
El AT también es un recurso útil en los procesos de externación, “la inclusión de un at algunos días antes del momento de externación, colabora a crear puentes con el afuera, anticipar situaciones angustiantes, elaborar ansiedades inherentes a esta situación y a que tanto el paciente como su familia, se preparen mejor para el momento de salida” (Dragotto y Frank, 2012 p. 31). Así el acompañante se presenta como una presencia que mantiene continuidad al salir de la institución, pudiendo colaborar en la adaptación a la nueva realidad y su reinserción social.
Algunas cuestiones a tener en cuenta al iniciar un proceso de Acompañamiento Terapéutico
Es por ello que la inclusión del acompañante terapéutico en una estrategia clínica requiere de varias variables a analizar a la hora de realizar la demanda. El AT es un dispositivo terapéutico que se implementa a partir de la indicación del profesional que dirige el tratamiento (psiquiatra, psicólogo, psicopedagoga, médico, etc), el paciente o la familia. En estos últimos dos casos, el at deberá remitirse siempre al equipo tratante. Dentro de esta demanda es importante pensar las necesidades del sujeto y de quien va a ser el acompañante indicado, pensando en tipo de patologías, etapas evolutivas y formas de vincularse del sujeto, entre otras variables.
El dispositivo se desarrolla y configura según la problemática del paciente, las características socio-familiares, el momento del tratamiento, los objetivos del mismo y el o los lugares donde se llevará a cabo el acompañamiento. Por ende, se hace necesario que a la hora de pensar en un at, se deba pensar no solo en la necesidad de un acompañante sino cual será el perfil más adecuado para acompañar a ese paciente.
BIBLOGRAFIA
DRAGOTTO, P. A.; FRANK, M. L. (2012): Acompañantes: conceptualizaciones y experiencias en A.T. Córdoba: Brujas.
KURAS S; RESNIKY S (2013). Acompañantes terapéuticos: Actualización Teorica-Clinica- 4° Ed. Editorial Letra Viva. Buenos Aires
El acompañante terapéutico (at) es un agente de salud, que forma parte de equipos interdisciplinarios, participando en la elaboración de las estrategias de tratamiento y su función es brindar contención y atención en forma personalizada al paciente y a su familia, para que pueda lograr su recuperación, el mejoramiento de su calidad de vida y su reinserción social.
Es un dispositivo, que ha tenido un gran desarrollo en los últimos años, especialmente en la búsqueda de recursos clínicos alternativos. En sus inicios fue un rol para pacientes que muchas veces desbordaban los límites del consultorio o el ámbito institucional, aunque actualmente se indica para diversas problemáticas y no solamente pacientes con patologías graves. El acompañamiento terapéutico (AT) se vislumbra así como una propuesta de tratamiento alternativo que permite otras modalidades de atención, contemplando la necesidad de una presencia en la cotidianeidad de la vida de un sujeto o en períodos de crisis.
¿Cómo trabaja?
“El AT (….) permite diseñar una estrategia adecuada a la singularidad de cada paciente (….) para ello el acompañante terapéutico se inserta en la vida cotidiana del paciente, donde este se encuentra compartiendo con él “su mundo”, su cotidianeidad. Trabaja siempre inserto en un equipo terapéutico colaborando, siguiendo y expandiendo la estrategia del terapeuta.” (Dragotto; Frank. 2012. p.22).
Para ello realiza un pasaje permanente desde la teoría a la práctica, es decir desde lo que teóricamente convendría hacer con un paciente a lo que resulta factible dadas las características personales y el medio en que está inmerso. Por esto, los conocimientos teóricos y técnicos que el acompañante posee podrán servir como una base a partir de la cual crear, imaginar, inventar o promover los recursos adecuados para acompañar a diversos pacientes.
Lo cotidiano, lo vincular y el trabajo en equipo son elementos definitorios de este campo (Dragotto; Frank. 2012). De esta manera es que el acompañamiento terapéutico acontece en la cotidianeidad del paciente, en los caminos que este transita, cualquiera sean estos (Casa, parques, escuelas, etc.). Lo vincular, en tanto y en cuanto es solo en el vínculo, y a través del vínculo, que las intervenciones podrán ser efectivas, y esto hace a su especificidad. El AT se inscribe en el marco de un equipo, y desde allí es habilitado para ampliar y multiplicar las miradas, las escuchas y las situaciones en las que el tratamiento está presente para el paciente.
cuento el paraguas 3
Imagen: Cuento “El Paraguas”. Autor: Jae Soo Liu, Dong Il Sheen. Editorial: Pastel de Luna
¿Para quién solicitarlo?
El acompañamiento terapéutico puede insertarse en diferentes etapas evolutivas, niñez, adolescencia, adultez y senectud, como también en diversos ámbitos del sujeto. Puede aplicarse en personas con trastornos psicológicos (como: depresión, ataques de pánico, trastornos psicóticos, etc.), con problemas neurológicos (parálisis cerebrales, discapacidades en general), con padecimientos compulsivos (bulimia, anorexia, adicciones, violencia, tendencia suicida) y en todas las enfermedades crónicas. Este no intenta ser un listado exhaustivo ni tampoco definitorio del campo del AT, simplemente intenta dar cuenta de algunas de las problemáticas de las cuales los acompañantes terapéuticos abordan en su profesión.
¿Cuándo es el momento de un AT?
Existen dos momentos de inserción del acompañamiento terapéutico, siendo posible en la evaluación diagnóstica y/o en tratamiento terapéutico. El ingreso del AT en el momento diagnóstico; es pensado desde la necesidad de un equipo tratante para poder recabar mayor cantidad de información sobre el paciente y su medio, de modo tal que estos datos permitan una evaluación lo suficientemente exhaustiva en diversos aspectos y situaciones que puedan estar siendo efectores de síntomas. Su ingreso en este momento también posibilita registrar “la forma de estar” del sujeto en diferentes escenarios, reacciones, gustos, motivaciones (Kuras y Resnizky, 2013). Por ende la entrada en esta etapa va a ser acotada, con objetivos claros, definidos por el equipo, en busca de cierta información, que permita no solo realizar una evaluación diagnóstica, sino también planificar el tratamiento posible.
Mientras que la otra modalidad de inserción es en la parte terapéutica propiamente dicha. “La inclusión del a.t siempre tiene un “para qué”, (….) el cual no se trata del sentido o la ética del bien común, sino de una estrategia terapéutica basada en la evaluación y comprensión que el equipo terapéutico tiene de la problemática del paciente y de sus síntomas de acuerdo al marco teórico de referencia” (Dragotto y Frank, 2012 p. 23, 24). En relación a esta estrategia, se va definiendo la función del acompañante (no a priori), delineando en relación a las particularidades de cada caso. Esto último es un factor muy importante a considerar, ya que la práctica cotidiana de un AT debe atenerse a las singularidades, necesita articularse caso por caso, el uno por uno dependiendo de la situación particular que el paciente atraviesa.
El AT también es un recurso útil en los procesos de externación, “la inclusión de un at algunos días antes del momento de externación, colabora a crear puentes con el afuera, anticipar situaciones angustiantes, elaborar ansiedades inherentes a esta situación y a que tanto el paciente como su familia, se preparen mejor para el momento de salida” (Dragotto y Frank, 2012 p. 31). Así el acompañante se presenta como una presencia que mantiene continuidad al salir de la institución, pudiendo colaborar en la adaptación a la nueva realidad y su reinserción social.
Algunas cuestiones a tener en cuenta al iniciar un proceso de Acompañamiento Terapéutico
Es por ello que la inclusión del acompañante terapéutico en una estrategia clínica requiere de varias variables a analizar a la hora de realizar la demanda. El AT es un dispositivo terapéutico que se implementa a partir de la indicación del profesional que dirige el tratamiento (psiquiatra, psicólogo, psicopedagoga, médico, etc), el paciente o la familia. En estos últimos dos casos, el at deberá remitirse siempre al equipo tratante. Dentro de esta demanda es importante pensar las necesidades del sujeto y de quien va a ser el acompañante indicado, pensando en tipo de patologías, etapas evolutivas y formas de vincularse del sujeto, entre otras variables.
El dispositivo se desarrolla y configura según la problemática del paciente, las características socio-familiares, el momento del tratamiento, los objetivos del mismo y el o los lugares donde se llevará a cabo el acompañamiento. Por ende, se hace necesario que a la hora de pensar en un at, se deba pensar no solo en la necesidad de un acompañante sino cual será el perfil más adecuado para acompañar a ese paciente.
BIBLOGRAFIA
DRAGOTTO, P. A.; FRANK, M. L. (2012): Acompañantes: conceptualizaciones y experiencias en A.T. Córdoba: Brujas.
KURAS S; RESNIKY S (2013). Acompañantes terapéuticos: Actualización Teorica-Clinica- 4° Ed. Editorial Letra Viva. Buenos Aires