Incluir. Incluir? Incluir!!!
Posicionarse en un contexto complejo, dinámico, fluctuante,rodeada de diferentes sujetos, con su singularidad y realidad, que se acomodan o incomodan ante un nuevo acontecimiento, ( del cual hablaré más adelante), he aprendido y aprendo. Aprendemos.No quedo ajena. Aquí haré referencia puntualmente, a la relación personal institucional/alumno/a.
Me han sido de gran utilidad, personal y profesional, testimonios de colegas, textos nuevos basados en alguna temática y el aporte de los profesionales especializados en situaciones de vulnerabilidad.
En mi acontecer como acompañante terapéutico me han enseñado a tratar y trabajar bajo las diferentes miradas y comprender aquellos pensamientos divergentes, construir desde las diferencias y lograr una posición de empatía en cada acontecer.
Porque el Otro tendrá algo que decirnos aún en la ausencia de palabra que sostendremos hasta su aparición (si aconteciera) desde la subjetividad, desde su acontecer, desde su historia personal y su momento actual.
En situaciones exclusivas mi capacidad de asombro ha ido en aumento, con respecto a la falta de caridad y empatía que existe en algunos sujetos, en determinados momentos y ante determinadas realidades.
¿ Existe una medición para ello? ¿Se puede medir? ¿Desde que óptica podemos verlo? Desde mi propia valoración o perspectiva? Un acompañante terapéutico puede reacomodarse en una línea "caritativa"?Disminuiría mi profesionalismo? ¿Humana? ¿Profesión humana?
No temamos utilizar estos términos.
Suele, suele suceder ( quiero esperanzarme en que cada vez con menor frecuencia), los enseñantes cambiarán las miradas, se posicionarán de otra manera y harán el intento de aceptar, involucrar ,mirar, sostener, de acto y no de palabra, al otro.
Especialmente a quienes tienen mayor dificultad para ser incluidos en la sociedad, en el transcurrir diario, en el aprendizaje, en comenzar cada jornada con un esfuerzo sobrehumano, en necesitar otro reloj, que tenga más minutos, porque sus movimientos y/o pensamiento lo requieren, en comprender que a veces existen otras maneras de comunicarse más allá de las convencionales o las que se han aprendido.
Tengo aún la esperanza que esas personas, esos profesionales, esos docentes, puedan algún día, tener la valentía de mirar a los ojos a todos sus alumnos.
Tengo aún la esperanza que perderán los temores y se animarán a más.
Que dejarán de excusarse detrás de la ignorancia, de la ausencia de preparación académica, de su no función, de la desatención al resto de los niños, correr detrás de las planificaciones y correcciones porque su superior lo pide. Ellxs también merecen tiempo.
Si pudiesen percibir, sentir que hay alguien allí que padece, que sufre, que espera, que a veces puede, otras veces no como cualquier niño, que tiene muchísimas capacidades que puede desarrollar, que tiene otras habilidades, porque le son propias. Que los necesita.
Si pudiesen detenerse un instante y salirse del estado de la comodidad interna.
Porque, claro, esta situación incomoda, duele,moviliza, desestructura pero positivamente, humaniza.
Se requiere valentía. Es necesario y urgente aceptar el desafío.
Se requiere gesto! Gesto! Mirada.
Capacidad de empatía, de comprender que hay alguien en su aula que también espera, que desea, que pertenece.
También pienso en esos docentes que son tomados por sorpresa, que no son "notificados" a su debido tiempo, a quienes se les "impone" una inclusión a pesar de su negativa. Como docente, he escuchado varias voces, y es pertinente.
No se trata de imponer. Se trata de consultar, de consensuar,de escuchar este malestar y respetarlo por un lado, y de responder y respetar un derecho inalienable por el otro.
Pero no debemos olvidarnos del/a ingresante, que espera con ansiedad y un mundo de sensaciones al momento de entrar a la escuela, a un ámbito nuevo, desconocido.
Aquí se requeriría un/a docente con los requerimientos necesarios. Requerimientos humanos. No existe otro requisito.
No se pide exclusividad. Ni ser experto en discapacidad.
No se niega lo difícil del camino,es el intento.
No podemos condenar a aquellos que no acepten. Como expresé al principio, hay tantas razones internas y motivos. Qué es lo que se moviliza en su interior? ¿Cuáles son los motivos reales a la hora de rechazar la propuesta? No los que se pueden expresar. Hablo de los que se mantienen en silencio.
Habrá quienes se pregunten ¿ Un docente no debería aceptar a todos los niños por igual? ¿ Es docente por vocación?
¿Y nosotros como seres humanos? ¿ Cómo nos posicionamos ?
Tal vez sea un tema ético, filosófico que nunca se acabe. Y está bien que se reflexione al respecto.
¿No sería un buen momento para dejar de etiquetar a los niños por su diagnóstico y patología?
De querer imponerlos en un listado de síntomas generalizados perdiendo de vista la subjetividad, su individualidad?
¿Es un niño o un síndrome? ¿ Es un niño o una sigla? ¿ Qué vemos cuando miramos al niño? ¿Mi presencia suma, ayuda, lo/a hace sentir cómodo/a?
Sería válido pero no genuino.
En todo caso debería prevalecer la ley interior.
Un año en el aula, en esta situación sería poco conveniente para ambos.
He sufrido en la piel, desaires, atropellos, malas intenciones, errores voluntarios de docentes hacia nuestros acompañados. Sí, voluntarios e intencionales.
Pero afortunadamente hemos vivido y experimentado otros momentos de dicha, de asombro, de risas, de aprendizaje, de unión, de madurez personal, con profesionales y docentes que serán recordados por su valentía, por haber aceptado el desafío, por su actitud humilde, por caminar sobre la esperanza por sobre los fracasos, por construir, por llorar sintiendo la vulnerabilidad del otro, por la preocupación constante, que han aprendido a construir en grupo porque son los que han dejado huellas y no serán olvidados.
Esta nota quiere mostrar que nuestra profesión como acompañantes terapéuticos debe ser humanizante, más allá de estar enmarcada en un tratamiento y en un lineamiento terapéutico.
A esos que hicieron y hacen el intento.
A los que detuvieron por un instante su tiempo y detienen sus relojes para encontrarse con el otro.
A los que aminoraron la lejanía y la distancia.
A los que pudieron y lo siguen intentando.
A los que encontraron en la mirada del otro las propias.
A los que pueden construir en las diferencias.